El corazón de don Ignacio
Morales latía con fuerza. Su
amor pertenecía a una mujer,
que al paso de los años, algunos
sólo llaman “Ana”.
La belleza de esta poblana había arrebatado el
sueño del herrero español, que
esperaba el momento para poder casarse con ella.
Pero su prometida –aún con los planes de boda avanzados– impuso una condición para
desposarse: él debía construirle
“una casa de dulce”.
El amor no tiene barreras y por tanto, don Ignacio se dio a la tarea de construir
una casa digna de los caprichos de su amor, su próxima esposa.
En 1790 y gastando 14 mil 900 pesos en oro, que poco significaron para conseguir
su objetivo, concluyó la
casona con una dulce fachada.
Don Ignacio y Ana por fin
contrajeron nupcias, y llevaron su
amor a la anhelada casa de dulce, que en la actualidad es reconocida como uno de los inmuebles más hermosos de Puebla.
Su ubicación está en la 4 oriente No. 416 y
actualmente, se conoce bajo el nombre de: Casa del Alfeñique, un dulce típico
de la región poblana.
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