En el convento de Santa Rosa se vivía una inusitada
emoción, pues el virrey visitaba la ciudad de Puebla. De todos los conventos le
envidiaban los mas deliciosos platillos y solamente faltaba el platillo del
convento de Santa Rosa. Las monjas ponían su confianza en Sor Andrea de la
Asunción, pero a ella no se le ocurría nada.de repente como inspirada por algo
divino, comenzó a reunir los ingredientes incluyendo un pavo que previamente
estuvo alimentado con nueces, castañas y avellanas. Una vez fritos los chiles y
preparado los demás ingredientes, los vacio al metate y con fervorosa fe,
orando a todos los santos y santas, pero sobre todo a San Juan Bailón, patrono
de los cocineros, comenzó a moler y moler. Todas las monjas rezaban: ¡San Pascual
Bailón, yo pongo el trabajo y tú la sazón! En esto estaba Sor Andrea de la
Asunción, cuando una monja que veía su habilidad en la molienda dijo:
- ¡Qué bien mole, su reverencia! A lo que
corrigieron las demás monjas que ayudaban en la cocina:
-¡Muele, hermana, qué bien muele! Sin embargo la
hermana Sor Martha, había encontrado el nombre para tan excelente guisado;
además de que la palabra mole en náhuatl significa salsa o guisado.
Cuando el platillo llegó al virrey y pudo
impresionar su paladar, solicitó que le enviaran del convento de Santa Rosa,
más de tan exquisito manjar.
Es bueno conocer el origen de los guisados mexicanos..!
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