Gutierre de Cetina nació en Sevilla, en el seno de
una familia noble y acomodada; Murió en 1557 y para estas fechas ya era uno de
los poetas más afamados en España. De los 330 poemas que integran la antología
“Flores de Varias Poesías” que existe en la Biblioteca Nacional de Madrid,
España, recopilado en México, 78 de ellas son de Gutierre de Cetina. Frente al
templo de Santo Domingo de Guzmán, aún se oyen los ecos del hermoso poema:
Ojos claros, serenos.
Si de un dulce mirar
sois alabados,
¿Por qué si me miráis,
miráis airados?
Si cuando más
piadosos,
más bellos parecéis a
aquel que os mira.
No me miréis con ira,
Para que no parezcáis
menos hermosos.
¡Ay tormentos
rabiosos!
Ojos claros, serenos.
Ya que así me miráis,
miradme al menos.
En
la primavera de 1554, el famoso poeta español es herido mortalmente de manera
artera, por Hernando de Nava, hijo de Catalina Rascón, llamada la Rascona; una
mujer viuda e influyente. Se cuenta que en una ocasión, Gutierre de Cetina
estando en la capital poblana frente al templo de Santo Domingo, acude
acompañado de algunos amigos a darle serenata a una dama de nombre Leonor de
Osma, mujer casquivana que a pesar de ser casada con el Dr. De la Torre,
aceptaba los galanteos de cuanto caballero se acercara, y uno de esos galanes
era Hernando de Nava; quien al igual que los amigos de Gutierre de Cetina en
esa misma ocasión coincidieron en la serenata.
Como era de esperarse, Nava al
llegar al balcón de su amada y encontrarse con los desconocidos se molesta y
arremete contra Gutierre de Cetina, hiriéndolo de muerte. Hernando se refugia
en la torre del templo y logra escapar vestido de fraile; sin embargo, es
capturado y condenado a pena de muerte porque a causa de las heridas recibidas
en la riña Gutierre de Cetina fallece. Gracias a las influencias de la Rascona,
madre de Hernando de Nava, su hijo es sometido a la pena de cortarle la mano
con la cual cometió el delito y más tarde es indultado al igual que su amigo.
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