jueves, 4 de abril de 2013

Exhacienda de Chautla



Don Tomás Gillow, inglés de nacimiento. Llegó a México en 1819 para hacerse cargo de la sucursal de joyería Roskel. Fue en México donde conoció a la Marquesa de Selva Nevada con la que contrajo matrimonio. El marquesado de Selva Nevada comprendía la hacienda de Tomacoco y la hacienda de San Antonio d Chautla; cerca de San Martín Texmelucan. Esta nueva posición de don Tomás Gillow lo hizo cambiar de actividad dedicándose a administrar las haciendas del marquesado.

Don Tomás logró hacer una gran fortuna comercializando un lote de diamantes ambarinos que se pusieron de moda por su rareza. El dinero obtenido lo invirtió en las haciendas de su esposa la Marquesa; quien repentinamente murió sin dejar testamento. Don Tomás perdería todo lo invertido, puesto que existía un testamento que nombraba herederos a los dos hijos de la difunta representados por albaceas designados en vida por la Marquesa. Sin la menos esperanza de recuperar el dinero invertido, Don Tomás Gillow quedaba en la ruina. Quiso el destino que aún joven, casara con la hija de Marquesa; de esta unión nacería Don Gregorio Eulogio Gillow, quien años después sería Obispo de Oaxaca. Por lo que recibió como herencia la hacienda de Chautla que en poco restituía la inversión y aún ante la resistencia de los albaceas que anularon su matrimonio argumentando la minoría de edad de la hija de la Marquesa.

Gracias a su tesón, al trabajo y a su fe, Tomás Gillow, logró salir  adelante. Preparó las tierras con un método que parecía descabellado ante los ojos de los demás hacendados, pues consistía en abonar las tierras con el estiércol de las bestias; ofreciendo a sus vecinos de otras haciendas, limpiar sus corrales para el logro de su objetivo.


Introdujo cambios muy significativos para la región; como el uso del arado y la pala de hierro. La producción de trigo, subió de 600 cargas anuales a mil doscientas, coincidiendo este evento con la inversión norteamericana. Para no perder sus cosechas a manos de las tropas invasoras que llegaban de las costas de Veracruz a Puebla, envió el producto al Molino del Rey en la ciudad de México; sin pensar que sería tomado por las fuerzas invasoras. Ante el abuso, Gillow presentó su reclamo al general Scott, quien indemnizó a Gillow al precio de 15 pesos la carga, teniendo que demostrar que el depósito había sido de cuatro mil cargas para que le fueran pagadas por el general norteamericano.

Este gran hombre, Tomás Gillow, tenía como superación llegar a la edad de 77 años; pues creía que las alcayatas como así llamaba a los sietes le serían fatales. Cuando pasó esta edad Don Tomás Gillow dejó de preocuparse. Curiosamente murió a la edad de 81 años en 8 de Septiembre de 1877 como extraña coincidencia.


1 comentario:

  1. falto comentar respecto a los espíritus que supuestamente aparecen y la razón de que estén en ese lugar

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